El Renacimiento
El devenir de la ciudad y su municipio acaba de experimentar un quiebro histórico de 180 grados: nuevas instituciones, nuevos símbolos, nuevos templos… se adapta, en definitiva, a un nuevo modelo de ciudad castellano-cristiana. Loja se estructura en parroquias y se acaba por imponer un gusto artístico foráneo a la italiana, que convive en buena armonía con la tradición mudéjar de base andalusí.
La idea de un Dios único (padre), a la vez encarnado en su propio hijo, y engendrado por una mujer (a través del tema escultórico de la Anunciación) se convierte en una reivindicación teológica de portada en la decoración de los templos (San Gabriel, y más tarde en La Encarnación) frente a las otras dos religiones monoteístas del país: islam y judaísmo.
Mientras tanto, en un orden de cosas más pragmático, los lojeños y lojeñas se dotan de hospitales, nuevas plazas, del Pósito (o granero público), de alhóndigas renovadas, de fuentes medicinales y de todas aquellas innovaciones que abrieron el mundo moderno.
Alguna de las muestras más singulares son las siguientes:
– Torre y cubiertas de la Iglesia de Santa Catalina, en el Barrio Alto.
– Escudo de armas de Felipe II, en la fachada del Pósito.
– Portada lateral de la Anunciación (Iglesia de San Gabriel) trazada por Juan de Maeda.
– Iglesia de San Gabriel.
– Detalle (dragón) de las portadas de la Iglesia de San Gabriel.
– Fuente Santa. Sobre las propiedades curativas de sus aguas existen interesantes testimonios de los siglos XVI y XVIII.
Iglesia de San Gabriel
Iglesia de Santa Catalina
Pósito
Cúpula de San Gabriel