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HISTORIA

Sus orígenes con frecuencia se diluyen entre la realidad y la leyenda: la febril imaginación de Fray Juan Seco situaba su fundación remota tras el diluvio bíblico, momento en que Túbal, descendiente directo de Noé, la denominara del mismo modo que a su hija predilecta Alfeia.

Sin embargo, más allá del mito y la ficción, hoy sabemos que la ocupación del territorio lojeño se documenta desde los TIEMPOS PALEOLÍTICOS. Desde entonces hasta hoy no ha dejado de ser un enclave de población apetecido por los pueblos íberos, por la Roma imperial, por los primeros bárbaros, por los musulmanes… y así hasta nuestros días.

Pero Loja adquiere su auténtica dimensión urbana durante la Edad Media. El enclave estratégico de su solar, puerta natural de la provincia de Granada, no pasará inadvertido para los nuevos ocupantes islámicos. La población aproximada de Loja en esa época era de unos 7.000 habitantes.

Algunos de los nombres eminentes, vinculados a la ciudad de Loja son: Aliatar, viejo caudillo gobernador de la ciudad, Moraima, hija de éste y esposa de Boabdil, último rey granadino, Ibn al-Jatib, nacido en Loja (1313), ilustre polígrafo y visir de la corte de la Alhambra, Gonzalo Fernández de Córdoba “El Gran Capitán”, alcaide de la fortaleza de Loja entre 1508 y 1515,  el General  Ramón Mª Narváez y Campos, militar y político que presidió en varias ocasiones el Consejo de Ministros del Gobierno de la Reina Isabel II de España, la reina Isabel I de Castilla, que al conocer la ciudad de Loja pronunció la famosa frase que hoy en día forma parte de nuestro escudo, “Loja, flor entre espinas”, Washington Irving, que describió la belleza de Loja en sus viajes por al-Andalus o los Hermanos Marx, que deciden que en su película “Sopa de ganso”, la ciudad de Loja sea Sylvania.