Barroco, Neoclasicismo y Romanticismo
El gusto por el contraste claroscuro, por el abigarramiento y la sobrecarga ornamental inspira la retablística barroca de la ciudad en el Convento de Santa Clara y la Ermita de Jesús Nazareno, así como en buena parte de la peculiar estética de nuestra Semana Santa.
El sector del crucero, brazos, torre y cabecera de la Iglesia Mayor de la Encarnación (antigua Colegiata), es una buena prueba de una preferencia artística de nuevo cuño, en la que predominan las líneas constructivas del edificio sobre cualquier elemento decorativo. El plan constructivo neoclásico mostrará otros buenos ejemplos de arquitectura en las localidades vecinas de Algarinejo, Montefrío o Villanueva de Mesía.
En el histórico Jardín de Narváez, residencia campestre del Espadón de Loja, conviven juntos, que no revueltos, dos conceptos diferentes de jardinería: uno abierto a la luz, a los parterres geométricos y perfilados propios de una naturaleza “domesticada” y lógica; y otro repleto de exotismo (bambúes y otras plantas foráneas), de preferencias silvestres y sombrías, de la exuberancia y la exaltación de la libertad que implicaba el romanticismo.
Los ejemplos mas sobresalientes de esta etapa son:
– Ermita del Calvario, en las faldas del Monte Hacho.
– Bóveda del crucero de la Ermita de Jesús Nazareno.
– Crucero y cabecera de la Iglesia Mayor de la Encarnación.
– Semana Santa.
– Distintos protagonistas de la Semana Santa lojeña: Incensarios, nazarenos, horquilleros, mantillas etc…
– Uno de los rincones del Jardín de Narváez, en el paraje del mismo nombre, a las afueras de la ciudad.
Ermita de Jesús Nazareno
Cabecera de la Encarnación
Crucero Ermita de Jesús
Caretas de los Apóstoles